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Llega el barco regasificador a Bahía Blanca para ahorrar u$s 350 millones en importaciones

El buque Exemplar, de Excelerate Energy, llegará el martes 25 para licuar el gas. El barco regasificador reemplaza consumo de combustibles más caros.

El barco regasificador de bandera belga Exemplar, perteneciente a la empresa estadounidense Excelerate Energy, volverá a la Argentina este jueves 20 de mayo, cuando ingresará en el puerto de Escobar con un cargamento de Gas Natural Licuado (GNL).

La semana que viene, entre el lunes 24 y el martes 25, se instalará en el Puerto Ingeniero White de Bahía Blanca, dos años y medio después de su partida desde el mismo lugar.

La llegada del buque, que cuenta con una capacidad de regasificación de 17 millones de metros cúbicos por día (MMm3/d) de gas natural, será vital para contar con la energía necesaria para el sistema productivo durante el invierno.

Argentina pagará u$s 12 millones para tener disponible esta vía de oferta a lo largo de 98 días y garantizar la seguridad de abastecimiento.

Las tres tandas de compras de gas licuado realizadas hasta el momento por Integración Energética Argentina (IEASA, ex Enarsa) totalizaron unos u$s 800 millones, que se pagan a mes adelantado y en moneda dura.

El retorno del Exemplar sucede cuando falta gas en el país y las centrales termoeléctricas consumen gasoil, fuel oil y carbón mineral a un costo de hasta u$s 13,5 por millón de BTU -de acuerdo a la programación estacional de la Compañía Administradora del Mercado Mayorista Eléctrico (Cammesa)-.

La producción local, que todavía no se recupera de un declino de 18 meses y fue afectada en abril por tres semanas de cortes de rutas en Neuquén, se paga alrededor de u$s 3,70 por millón de BTU.

Desde la Cuenca Neuquina se están inyectando unos 62 MMm3/d de gas natural, entre un 9% a 10% menos que lo comprometido en el Plan Gas por las productoras para esta época del año, a causa del parate en Vaca Muerta.

El regreso del barco permitirá regasificar el GNL (o LNG, por sus siglas en inglés) importado, inyectarlo en los gasoductos y desplazar otras importaciones más caras, como son las de gasoil y fuel oil, combustibles líquidos que además son más contaminantes.

Imagen satelital del barco regasificador Expedient, instalado en el puerto de Escobar

La regasificación es un proceso por el cual se convierte el gas licuado que se transporta a una temperatura de -161° C (menos 161 grados Celsius) en barcos desde Qatar, Trinidad y Tobago, Australia y Estados Unidos mediante el calentamiento hasta los 15° C, lo que expande su volumen 600 veces y permite inyectarlo en los gasoductos.

Por supuesto, importar más gas debido a una menor producción nacional implicará una salida de dólares de las escasas reservas internacionales del Banco Central (BCRA), que mantiene férreos controles de capitales para comprar en el exterior insumos imprescindibles y pagar deuda externa pública y privada.

Y como el gas licuado tiene precios internacionales, se abona por encima del que se puede producir en Argentina.

Pero la característica del mercado doméstico de gas es que el país no va a dejar nunca de importar energía, ya que en el invierno el consumo residencial (hogares) se multiplica por 5 en relación al invierno.

A nivel agregado, la demanda de todos los tipos de usuarios puede tocar un pico de 170 MMm3/d entre junio y agosto, contra menos de 100 MMm3/d en verano.

Para una petrolera, sería inviable económicamente producir para entregar el gas únicamente durante cuatro o cinco meses en el año, mientras tanto no pueda guardar el gas (hay proyectos en estudio para almacenamiento subterráneo).

Con este cuadro, lo relevante es cuánto es el aporte o las pérdidas económicas que genera la importación de gas licuado.

Según dos fuentes del mercado, el LNG que entrará este año por Escobar y Bahía Blanca bajará en unos u$s 350 millones el costo de generar energía eléctrica, ya que se sustituyen combustibles que utilizan las usinas térmicas.

La ex Enarsa licitó 13 cargamentos de GNL que llegarán a Bahía Blanca entre fines de este mes y principios de septiembre, a un precio promedio de u$s 7,20 por millón de BTU, más casi u$s 1,30 en concepto de regasificación, por los que se pagarán cerca de u$s 290 millones en total, dijo otra fuente privada, bajo reserva de nombre.

El ex presidente, Mauricio Macri, y el ex secretario de Energía, Javier Iguacel, despidieron en octubre de 2018 al mismo barco que volverá esta semana al país como fuente para importar gas en el exterior

Se trata de una foto que, si bien denota un accionar correcto en términos técnicos y económicos, no será agradable de mostrar para el Gobierno en materia política.

La lectura pública puede ser simple y lineal. En octubre de 2018, el entonces presidente, Mauricio Macri, marcó un cambio de época: junto a su secretario de Energía, Javier Iguacel, despidieron al barco regasificador que estuvo durante 10 años instalado en el sur de la provincia de Buenos Aires.

Era un momento en que crecía la producción local de gas natural y se achicaba el déficit comercial energético, con tarifas que estaban cerca de repagar los costos de generación, pero a costa de una brutal caída de la demanda y el inicio de una recesión que se extendió por casi 3 años.

Incluso, en noviembre de 2018 el Gobierno anunció que YPF contrató con la compañía belga Exmar un barco para realizar el proceso inverso: licuar el gas natural (enfriarlo hasta -161°C) para exportarlo.

Apenas dos años después, en octubre de 2020, la petrolera estatal tuvo que cancelar ese contrato y pagar u$s 150 millones para evitar perder otros u$s 850 millones en los próximos años, debido a que la operación no era rentable.

Es que para exportar gas licuado a precios competitivos, la Argentina debería poder producir gas natural a un costo de entre u$s 1 y u$s 1,50 por millón de BTU, lejos de los u$s 3,70 que les cierra la ecuación económica a las petroleras.

Fuentes del mercado calculan que entre 2019 y 2020, cuando no estuvo disponible el barco para regasificar en Bahía Blanca, el Tesoro tuvo que destinar unos u$s 400 millones extra por la utilización de otros combustibles más caros. 

Por Santiago Spaltro

El Cronista

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