Petrobras cerrará su oficina en la Argentina
En 2010, inició un proceso de desinversión, que incluyó las ventas de sus activos a Cristóbal López, primero, y Marcelo Mindlin, después.
Petrobras anunció que planifica cerrar en el futuro sus oficinas en la Argentina, Colombia y Uruguay, en el marco de su proceso de desinversión, reducción de su tmaño y venta de activos registrada en los últimos años en estos países.
La petrolera estatal brasileña también informó que el cierre de oficinas comprenderá a la sede que tiene en Londres.
«En estos tres últimos países (por la Argentina, Colombia y Uruguay), hay un proceso de desinversión en curso y la tendencia es que, una vez finalizado, las respectivas oficinas también serán cerradas«, dijo Petrobras en un comunicado divulvado en la Bolsa de Valores de San Pablo.
Será, en el caso de la Argentina, el punto final a una aventura que no habrá llegado a cumplir dos décadas.
En junio de 2002, el gigante brasileño desembarcó a lo grande en el mercado local, tras adquirir nada menos que PeCom Energía. Por el buque insignia de la familia Perez Companc, un jugador integral con presencia en prácticamente todos los segmentos del negocio energético, Petrobras pagó u$s 1125 millones.
En ese momento, su apuesta era convertirse en un gran jugador de escala regional. Tiempos en los que Lula esbozaba el anillo energético de América del Sur, junto con Hugo Chávez y Néstor Kirchner. Y, en el plano local, ambicionó a destronar a Shell como segunda jugadora del mercado, con apuestas de marketing fuertes, tanto en el automovilismo deportivo como en el sponsoreo de clubes de fútbol: Racing y River Plate.
La presencia de la marca en la camiseta millonaria fue, incluso, simbiótica. Firmó el contrato en marzo de 2006, el día siguiente a un Superclásico en La Bombonera que Boca, con dos jugadores menos, le igualó sobre el final. Petrobras -que no había tenido éxito en acordar con los xeneizes- apostó por River, con la expectativa de que el equipo entonces dirigido por Daniel Passarella le diera, incluso, proyección internacional: jugaba la Copa Libertadores y el mito del año 6 -River jugó las finales de 1966, 1976, 1986 y 1996- auspiciaba una participación estelar que, finalmente, no se concretó.
Cerró un acuerdo de u$s 2,5 millones anuales, extendidos por dos años en 2010, a cambio de u$s 4 millones. Terminó acompañándolo hasta su peor momento: el descenso (temporada 2010/11). Coincidentemente, también con Passarella, pero como presidente. Se mantuvo como sponsor, incluso, durante la primera mitad de su campaña en la B Nacional. Auge y caída, de la ilusión al fracaso. Parábola similar a la que la empresa recorrió en el país durante esos años: la petrolera, en la Argentina, también se estaba yendo a la B.
En Brasil, su protagonismo central en los casos de corrupción de la operación Lava Jato la arrastraron a una situación financiera delicada, que la obligó a desprenderse de activos para pagar las multas y sanciones derivadas de la investigación judicial. Pero, en rigor de verdad, su desinversión en la Argentina había comenzado poco antes. En 2010, vendió su refinería de San Lorenzo (Santa Fe), junto a una red de 345 estaciones de servicio. El comprador fue Cristóbal López. Pagó u$s 110 millones por los activos, a los que reconvirtió en su propia petrolera: la hoy quebrada (y desaparecida) Oil Combustibles.
Su gran salida, sin embargo, se produzco años después. En mayo de 2016, le vendió a Pampa Energía, el grupo que lidera Marcelo Mindlin, la totalidad de sus operaciones en el país. Pampa pagó u$s 892 millones por un combo que incluyó una refinería en Bahía Blanca, más de 100 estaciones de servicio, acciones en Transportadora Gas del Sur (TGS), la central térmica Genelba, la hidroeléctrica Pichi Picún Leufú y varias plantas petroquímicas en Bahía Blanca y Santa Fe.
Mindlin había llegado a ofertar u$s 1200 millones en la negociación. Poco más de un año después, a fines de 2017, Pampa le vendió a la holandesa Trafigura, dueña de la marca Puma, toda la red de estaciones de servicio (más de 250), la refinería bahiense, la planta de lubricantes de Avellaneda y la terminal de Caleta Paula. Embolsó u$s 90 millones.
En noviembre de este año, trascendió que Pampa demandó ante el tribunal arbitral de la Cámara Internacional de Comercio a Petrobras por «omisiones fraudulentas» en la compra de la filial.
Fue la primera vez, única, en mucho tiempo en la que Petrobras fue noticia por sus negocios en la Argentina.
El proceso de desinversión que inició la petrolera brasileña por el Lava Jato se aceleró en 2019, con el gobierno de Jair Bolsonaro.
En el comunicado en el que anunció el cierre de sus oficinas locales, la empresa agregó que concentrará sus activides comerciales fuera de Brasil en Roterdam (Holanda), Houston (Estados Unidos) y Singapur, ya que considera a Europa, América del Norte y Asia como los tres principales mercados petroleros del mundo.
Con el futuro cierre de las oficinas en América del Sur y la de Londres, el objetivo de Petrobras es ahorrar unos u$s 13,5 millones en gastos corrientes en la segunda mitad de 2021.
Hasta el momento, de las 18 oficinas en el exterior, fueron cerradas 10, incluida una en China, principal socio comercial de Brasil.
Ahora será el turno, entre otras, de la Argentina. El primer escalón que O Petrosaurio -como durante décadas se conoció al gigante estatal en su país- había dado para emprender su aventura de expansión internacional. Dejará el país con la cabeza baja y en silencio. Contraste fuerte con la estridencia de billetes y batucada con la que había activado la invasión que nunca terminó de ser conquista.
Por Juan Manuel Compte
El Cronista