Hidrógeno, el combustible que se viene en Argentina
Las oportunidades que podría generar el hidrógeno en el país y su contribución para bajar las emisiones. Un elemento central para encarar la descarbonización de la economía, que requiere de una legislación trasparente.
El tiempo nos juega en contra. El objetivo mundial para 2030 es bajar las emisiones en un 60% con respecto a 1990 y esto implica que, en la próxima década, debemos hacerlo mejor y mucho más rápido que en los últimos 30 años. En este contexto y teniendo sobre la mesa un diagnóstico crítico, el mundo mira al hidrógeno verde como el combustible perfecto para encarar la “descarbonización” de la economía.
Pero, ¿de qué hablamos cuando hablamos de hidrógeno verde? ¿Es realmente tan promisorio? ¿Cuán realista es el plan de desarrollo en nuestro país?
“Para empezar hay que indicar que el hidrógeno es un combustible con la particularidad que no existe en la naturaleza en forma libre, no hay yacimientos de hidrógeno. Entonces, aparece la posibilidad de pensarlo como un combustible a producir para almacenar energía. ¿Cuándo tiene sentido esto? Cuando esa energía está en exceso, cuando sobra y no se la puede aprovechar”, explica Ricardo Lauretta, profesor titular y director del Laboratorio de Energía del Instituto Tecnológico de Buenos Aires (ITBA).
Como quien está en un aula o en el laboratorio con alumnos, cuenta que “hasta ahora no se ha encontrado la forma de almacenar esa gran cantidad de energía con los sistemas convencionales y generar combustible con esa energía es una posible solución. Ahí surge la idea del hidrógeno verde, que es el hidrógeno producido a partir de la energía renovable que no se puede despachar”.
“Para eso hay que usar la energía disponible en forma de energía eléctrica y mediante el proceso de electrólisis separar la molécula de agua y almacenar el hidrógeno. Se lo llama verde porque no es contaminante, no genera ninguna huella de carbono, aunque no podemos decir que sea completamente limpio porque ninguna actividad humana lo es. En síntesis, no es una fuente de energía, sino que es un combustible que servirá para almacenar energía y en un ciclo limpio”, concluye.
Según el informe “Oportunidades de desarrollo del hidrógeno verde en Argentina” -elaborado por la Cámara Argentina de Energías Renovables (CADER)-, se trata de una solución sostenible clave para lograr la descarbonización de la economía. De hecho, se perfila como una pata fundamental para lograr la carbono neutralidad en 2050 y desarrollar cadenas de valor industriales innovadoras. La pregunta del millón es si este objetivo es realizable.
“La necesidad está. Es más, es urgente porque los efectos de la contaminación se están viendo de forma cada vez más intensa y de forma muy suave pero persistentemente están cambiando las características primarias en todo el mundo. Es urgente disminuir las emisiones de dióxido de carbono y para eso hay que descarbonizar la matriz energética”, opinó Lauretta.
En este contexto de necesidad y sabiendo que el tiempo no juega a favor es que el mundo mira a las renovables. “Pero para que puedan llegar a satisfacer las distintas demandas, se requiere un carrier, algo para transportar esa energía y ese carrier debe ser limpio también y ahí es donde viene el hidrógeno”, explicó el especialista del ITBA.
“La necesidad está y es urgente, pero que esto pueda hacerse no es tan fácil. Va a requerir un tiempo porque las inversiones son cuantiosas, de una magnitud y una escala que nunca antes se había considerado en la humanidad”, resumió.
“En el caso particular de Argentina, tenemos energía eólica de muy buena calidad en gran parte del territorio, sobre todo en el centro-sur; tenemos energía solar en la parte centro-norte, tenemos energía mareomotriz en una costa extensísima; tenemos una zona con energía geotérmica; hay energía hidráulica disponible y queda más por explotar. Argentina tiene energía renovable para abastecer demanda mundial, para exportar enormes cantidades y esa exportación sería a través del hidrógeno. Argentina está extraordinariamente bien posicionada para generar esa provisión enorme”, dijo Lauretta.
Tenemos, tenemos, tenemos, pero ¿qué nos falta? Juan Manuel Alfonsín, Director Ejecutivo de CADER lo responde en el informe: “Para construir una real economía del hidrógeno verde, debemos invertir en centrales de producción de energía renovable. Pero también debemos definir una estrategia nacional del hidrógeno. Aprovechar múltiples proyectos piloto sin ninguna limitante en cuanto a la cantidad de generación, permitiendo el desarrollo del sector Pyme, dando paso a la creación de ‘valles de hidrógeno verde’, en distintas regiones de nuestro país, de acuerdo con su potencial a través del apoyo a las políticas y la colaboración público-privada”.
“Falta decisión política, origen institucional, que tomemos decisiones adecuadas como sociedad y hay que convocar a empresas internacionales para que desarrollen la actividad incorporando mano de obra local, dejando el conocimiento aquí, generando la infraestructura. Todo eso hay que hacerlo y no hay tiempo”, respondió Lauretta.
Jugadores verdes
En la actualidad, el 99% del hidrógeno usado como combustible se produce a partir de fuentes no renovables, menos del 0,1% se produce a través del electrólisis del agua, según la Agencia Internacional de la Energía. Sin embargo, muchos expertos anticipan que esto cambiará pronto y hay países que ya están en ese camino.
“En el hemisferio sur los jugadores son Australia, Nueva Zelanda, Chile, Argentina, África del sur ¿Dónde se van a poner en marcha estos desarrollos? Donde sea más seguro, más viable, menos conflictivo y si no tomamos decisiones correctas, vamos a tener recursos, pero no los vamos a explotar”, alertó Lauretta.
Por Carla Barbuto
La mañana en Neuquén