«El barco regasificador es un recurso; hay que desideologizarlo»
Gabriela Aguilar, líder de la empresa que desarrolló las plantas para importar gas natural licuado en Escobar y Bahía Blanca, explica por qué la vuelta de las embarcaciones no debería ser vista como un fracaso. Y cuenta que el proyecto de u$s 800 millones con TGS sigue en estudio: «El potencial de Vaca Muerta es innegable. Pero no es suficiente»
«Después de 10 años, se va el barco que le costó al país u$s 1200 millones», tituló el diario, uno de los de mayor circulación del país, el 15 de octubre de 2018. «Déjà vu: en el invierno próximo, vuelve el buque regasificador a Bahía Blanca», publicó el mismo matutino, el 4 de enero de este año. Pocas cosas escapan en la Argentina actual a la grieta y la embarcación que inyectaba gas licuado importado para remedar la escasez del sistema se convirtió en una bandera, uno de los emblemas de la política energética del kirchnerismo. «Hay que sacarle la mirada ideológica. La regasificación es una respuesta técnica, que es más barata que las otras opciones, que son los combustibles líquidos. Además, es mucho más eficiente en términos medioambientales», dice Gabriela Aguilar, CEO en América del Sur de Excelerate Energy, empresa estadounidense que es referente en materia de soluciones flotantes de Gas Natural Licuado (LNG, por su sigla en inglés).
En 2008, Excelerate desarrolló en Bahía Blanca la primera terminal de regasificación de LNG en América del Sur y, en 2011, inauguró la segunda, en Escobar. «Los combustibles líquidos están asociados a los precios internacionales del petróleo. El fuel-oil es dos veces más caro que el LNG. El gasoil, dos veces. Y eso no sale en los diarios. Como tampoco que la Argentina tiene un historial de importación para el uso del combustible líquido», explicó.
Eso es cierto. Pero, también, que, si hubiésemos tenido este diálogo hace más de un año, hablaríamos más de la posibilidad de licuar el gas para importarlo que de regasificarlo para reforzar el abastecimiento doméstico.
Como empresa, estamos acostumbrados a trabajar en entornos de incertidumbre. Ofrecemos reservas adicionales de energía. Entonces, frente a distintos escenarios cambiantes, la clave es la flexibilidad. El escenario de la Argentina es más cercano al de hace dos años que al del año pasado. Hoy por hoy, hay un cambio en la dinámica. Existe mayor certidumbre para los productores, con un plan de incentivo y con una nueva convocatoria para ofrecer gas durante el invierno. Hay contratos de largo plazo, durante cuatro años…
Excelerate tenía un proyecto concreto con TGS para instalar una planta modular de licuefacción del gas de Vaca Muerta.
Nunca dejamos de evaluar el proyecto. Inicialmente, lo miramos con un abordaje estacional, tanto para la importación como para la exportación. Seguimos trabajando con TGS. Al productor, hay que darle respuesta para el gas que no tiene demanda durante el verano. Pero, al mismo tiempo, el país necesita solucionar la ineficiencia que se da en invierno, durante los picos de consumo. Lo más eficiente para eso es el LNG. Nosotros, hoy, tenemos un abordaje distinto. Somos flexibles y miramos a la Argentina, con lo cambiante que es. Vemos muchas oportunidades. Queremos aprovecharlas.
¿Qué es lo distinto?
Por un lado, el LNG es el combustible elegido por el mundo para la transición energética. Se está utilizando cada vez más. La Secretaría de Energía está desarrollando estudios y también el proyecto de Hidrovía contempla hacer corredores azules, con utilización de LNG en embarcaciones, a lo largo del Río Paraná. Son proyectos que apuntan al desarrollo de Vaca Muerta y transformar ese gas en LNG. Existe la percepción de que el gas licuado, siempre, es importado. Estamos cambiando ese concepto. Explicar que el gas de Vaca Muerta puede ser transformado el LNG y ser distribuido no sólo como exportaciones. También, regionalmente, en distintas partes de la Argentina.
Pero esto no es algo de corto plazo.
De corto, hay una realidad: este invierno, crecerá la actividad. Habrá necesidad emergente de energía. La Secretaría de Energía instruyó a Ieasa (N.d.R.: la ex Enarsa) que licite la contratación de un barco regasificador en bahía blanca. Es la mejor decisión. Celebro que se haya tomado. Hay necesidades puntuales de corto plazo y el LNG es la solución más económica. El gasoil y el fuel-oil son más caros y contaminan. Vamos a participar de esa licitación. Esperamos poder ganarla.
En concreto, ¿en qué instancia está el proyecto con TGS?
Seguimos trabajando técnicamente con TGS. El proyecto tiene este abordaje estacional: que se pueda licuar el excedente de verano y que sirva para regasificar en invierno. Que tenga equilibrio entre exportación e importación, de suma cero en términos macroeconómicos. Los proyectos así son modulares. No creemos que la Argentina, hoy, esté para un mega-proyecto. El país crecer en este concepto de industrialización del gas. Lo hará a medida que el desarrollo del upstream y el midstream -es decir, el procesamiento y el transporte- acompañe a Vaca Muerta. Sería un módulo con capacidad para 4 millones de metros cúbicos por día, y se podría llegar hasta los 16 millones diarios. También estamos trabajando técnicamente con algunos productores. Ya está hecha la pre-factibilidad. La idea es avanzar con la factibilidad, ingeniería, muelles… Avanzar técnicamente para que, cuando estén las condiciones, con un desarrollo más equilibrado de Vaca Muerta, poder lanzarlo.
¿De qué plazos están hablando?
Desde que se toma la decisión de inversión, son 24 meses. Teníamos como fecha fines de este año. Con los vaivenes de precios que hay en el mercado, es muy difícil seguir adelante con este tipo de proyectos. A mediano plazo, somos positivos. Hay una estabilización en los precios del LNG. También creemos que Vaca Muerta tiene futuro. Estamos avanzando con este proyecto.
Los proyectos de inversión se manejan en el mundo real. Y este es un desembolso de hasta u$s 800 millones. ¿Qué, en concreto, hace falta para tomar la decisión?
Nos movemos en el mundo real y en el de los proyectos de inversión. Trabajamos mucho a nivel global, incluso, con organismos multilaterales de crédito. Sin dudas, Vaca Muerta tiene un potencial innegable. Pero no es suficiente. Y más, con una condición de borde: las energías renovables, que están cada vez más presentes en el mundo real de inversiones. Las decisiones de desembolsos de los organismos multilaterales y de los bancos de inversión están viendo proyectos en términos de sustentabilidad. Vaca Muerta tiene potencial pero, también, una ventana. Hoy, se habla de hidrógeno, nitrógeno y otras energías que crecerán. Hay que tener capacidad de anticipación. No podemos esperar 10 o 20 años. Países que consuman combustibles líquidos seguirán existiendo. Pero las normas internacionales las van a desplazar. No es teoría. Ya está pasando, en sectores como la industria automotriz y el transporte marítimo. Si la Argentina no toma, realmente, en cuenta estos cambios que vienen a nivel global, vamos a perder una ventana enorme de oportunidad.
Pero, puntualmente, ¿qué necesitan?
Tiene que haber certidumbre en términos regulatorios. Son proyectos de largo plazo y, por ejemplo, las exportaciones, legalmente, son interrumpibles. Hay que pedir permiso. Y se recibe en la medida que, primero, esté abastecida la demanda interna. Los mercados internacionales ya no lo ven de esa manera. Todos los países exportadores también importan. Y lo hacen en cantidades muy importantes. Además, las exportaciones son las que aportarán las divisas necesarias para importar.
Los productores, de hecho, dijeron más de una vez que necesitan otras condiciones de exportación para financiar proyectos de este tipo. Y es uno de los pilares que piden para una nueva Ley de Hidrocarburos.
En el mercado del LNG hay clientes de largo plazo y clientes spot. La Argentina y Brasil son clientes spot. Al estar en contraestación, en precio, sirve mucho más. Pero, para clientes de largo plazo, que se compre spot, trae incertidumbre. Hay que tener certidumbre en la contratación, como para la producción y la exportación. Si China quiere comprar 10 cargamentos, no podemos decirles que sólo podemos producir cinco.
Brasil está en un proceso de expansión de su mercado de gas ambicioso. ¿Abre también una oportunidad para el LNG argentino?
Vemos una gran oportunidad de desarrollo del LNG de Vaca Muerta a futuro, por la construcción de gasoductos -fundamentalmente, para exportación- que existiría. Pero la construcción de gasoductos adiciones para la integración regional es más compleja. En Brasil, existen 20 proyectos de terminales de regasificación para cubrir las necesidades incrementales de gas natural. Es un espacio que está dejando Bolivia. Eso hace que tengan que bsucarse alternativas eficientes. En Brasil, no hay tanto desarrollo de gasoductos como de terminales de LNG. Vemos oportunidades a nivel regional.
Algo ya comentó antes. ¿Cómo evalúa al Plan Gas, que se lanzó para estimular la producción en Vaca Muerta?
Los mercados de hidrocarburos necesitan certezas de largo plazo. Un plan que da previsibilidad a cuatro años ayuda. No sólo por el precio; también, por la demanda. No existe proyecto de industrialización de gas natural sin que haya certeza de la existencia de la molécula a largo plazo. El cliente necesita certidumbre en cantidad y precio. Iniciativas como el Plan Gas ayudan enormemente a esa previsibilidad contractual, operativa y regulatoria.
Para algunas tribunas, la presencia de barcos regasificadores son un fracaso de la política energética. ¿Qué opina?
Que los cargamentos de LNG son una solución técnica más barata y menos contaminantes que otras. Desde 2008 a 2019, el ahorro real por haber tenido el barco fue de u$s 12.000 millones. Si no se tenía eso, la única opción disponible eran los combustibles líquidos o el carbón. ¿Qué pasó en 2019 y 2020? No estaba más el barco y hubo que comprar combustibles líquidos por casi u$s 300 millones. Con dos condiciones, además, que no se darán nunca más. En 2019, hubo exceso de oferta por un invierno casi primaveral y una demanda totalmente caída por la recesión. En 2020, hubo pandemia. En ningún caso se repetirán esas condiciones. Cuando esas variables cambien, los u$s 300 millones se disparan a u$s 600 millones.
Por Juan Manuel Compte
El Cronista