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Crece el cierre de estaciones de servicio en Rosario

Desde los años 90 cayeron de 140 a 100, contando a las que tienen GNC. Algunas permanecen desiertas y otras terminan en desarrollos inmobiliarios

En la geografía rosarina es cada vez más común ver estaciones de servicio cerradasEn los últimos 30 años cayeron de 140 a 100, contando a las que tienen GNC. No es un fenómeno nuevo, pero se acelera producto de la falta de rentabilidad que imprime el proceso inflacionario que sube los costos, mientras los aumentos de combustible quedan «pisados» por los incrementos escalonados que acuerda el gobierno nacional con las petroleras, entre otros factores.

En ese marco, las playas valladas componen una postal de grandes superficies desérticas en medio de la ciudad que ha proliferado en los últimos años, a veces dando lugar a remodelaciones y cambios de bandera y, en otros casos, a desarrollos inmobiliarios que ven en esos lotes grandes posibilidades de inversión por el valor de la tierra.

Las cifras muestran que hasta comienzos de los años 90 en Rosario había unas 140 bocas, y hoy quedan alrededor de 100, pero contando a las que expenden GNC, que fueron apareciendo luego, y las duales que tienen gas y nafta. Desde el sector comentan que a partir de 1991, cuando se desreguló el mercado (antes el precio lo definía el gobierno), aparecieron nuevas, pero también irrumpieron jugadores grandes como las petroleras, que abrieron sus propias estaciones de servicio y fundieron a las más chicas de capitales rosarinos y particulares.

El cierre de estaciones de servicio a veces da lugar a remodelaciones y cambios de bandera, y en otras a desarrollos inmobiliarios

El cierre de estaciones de servicio a veces da lugar a remodelaciones y cambios de bandera, y en otras a desarrollos inmobiliarios

«YPF marca el rumbo con los precios y controla el 60% del mercado, tiene una buena presencia con 23 estaciones. Shell tiene otras 23. Axion unas 10. Las más chicas, blancas, fueron desapareciendo, quedan 7. Si no tenés una bandera atrás, significa que no tenés un proveedor asegurado, un respaldo de marca. Un día le comprás a uno y otro día a otro; no sabés a qué precio te van a vender», apuntó Daniel Giribone, vicepresidente de la Federación de Expendedores de Nafta del Interior (Faeni).

Por otra parte, se fue cayendo la cantidad de litros vendidos. Apareció el GNC, y si bien hay mayor cantidad de autos, los motores consumen menos. «Un Falcon, Chevy o Torino tenían un tanque de 70 o 75 litros y con 20 litros hacían 110 kilómetros. Hoy son de entre 45 y 60 litros, y el rendimiento con 20 litros es de 230 kilómetros», aportó el referente del sector.


En declive

En el medio, la rentabilidad se fue desmoronando. «El producto no vale lo que debería, estamos con los precios pisados, pero el resto de los costos de explotación sigue la inflación y estamos descolocados totalmente. Nosotros no pedimos que aumente el combustible, pero vivimos de un porcentaje sobre el precio de venta al público y cuando se discuten los aumentos el gobierno arregla con las petroleras y nos deja afuera», analizó el también síndico de la Cámara de Estaciones de Servicio, Garajes y Afines de Rosario (Cesgar).

Según sus cálculos, hoy una estación para ser rentable y estar dentro del punto de equilibrio tiene que vender 300 mil litros mensuales, y el 45% de los expendedores está por debajo de ese número. Por eso, muchos están trabajando con «la gente justa», ya que no ha habido despidos importantes en un sector que en Rosario da trabajo a unas 1.500 personas.

«Es un negocio de 24 horas los 365 días, no es fácil y se complejizó mucho. Yo archivo más boletas de gastos que de proveedores», apuntó. Y mencionó entre ellos una serie de costos de explotación que antes no existía: ingenieros en higiene y seguridad, médicos, programadores y técnicos que se encargan del software y el hardware de las computadoras, las auditorías, el retiro de los residuos peligrosos, o pago de Sadaic y Capif (entidades que regulan los derechos de autor y reproducción de música).

En cuanto al ingreso por los autoservicios que funcionan en las estaciones, Giribone dice que todavía están tratando de «encontrarle la vuelta» para poder llevarlos a los niveles de ingreso que tenían antes. Entre los problemas, la gran mayoría ya no abre más de noche, y la ordenanza que les prohibió vender alcohol los ha perjudicado, ya que les sumaba mucha recaudación. «Cualquier quiosco y súper lo vende y nosotros no. Presentamos proyecto de ordenanza para vender take away (para llevar), y da vueltas sin rumbo en el Concejo», concluyó.


Destinos diferentes

No todas las estaciones de servicio tuvieron el mismo destino. Por nombrar algunos ejemplos de los últimos años: en la SL de España y Rioja se le terminó el contrato al propietario y fue transformada en inmueble de locales; la de Buenos Aires y Pellegrini cerró e hicieron un edificio; y en Oroño y 9 de julio la petrolera Axion que la tenía alquilada a un operador particular decidió venderla por la baja cantidad de litros que expendía, y todo indica que hay allí un proyecto inmobiliario.

Otras cambian de manos. En Pueyrredón y San Juan hay una Puma cuyo inquilino la dejó por una cuestión económica, pero la tomó otro empresario que tiene más estaciones de servicio y la están refaccionando para que vuelva a funcionar. Lo mismo sucedió con la estación de Maipú y 27 de Febrero que hace un año cambió de bandera a Gulf y fue refaccionada. En Catamarca y Saguier (la cortada entre Presidente Roca y España) había una estación que ya no está y cuyo shop fue transformado en vinería, y atrás sigue funcionando el estacionamiento y lavadero de autos.

Después, muchas quedaron como cementerio. La de Necochea y Pellegrini, que fue Shell y luego blanca, está vallada y sin uso. Se sabe que pertenecía al ex presidente de Newell’s, Eduardo López. La de Dorrego y 27 de Febrero también está vacía. En Corrientes y Amenábar hay una terminal abandonada que fue YPF, y en la esquina conserva una pelota desteñida junto a Gauchito, la mascota del Mundial 78, en una de sus paredes internas. En tanto, en Córdoba y Cafferata hay una Esso cerrada que era de la petrolera y la dejó de operar. Se desconoce su destino.


Remediación de suelo

Dadas las condiciones de precio, rentabilidad y costo de explotación, una estación de servicio no es a primera vista para muchos un negocio atractivo. Hoy el terreno de una estación de servicio puede llegar a ser mucho más interesante para una inversión inmobiliaria. Pero terminar con esa explotación para cambiarla de rubro no es un proceso sencillo.

En caso de querer hacer un desarrollo inmobiliario, se hace un procedimiento especial para tramitar el cierre y el cambio de uso de los inmuebles, llamado remediación de terreno. Es un proceso costoso, que después se verifica y se inspecciona, y por eso muchas quedan valladas a la espera de otro interesado en volver a expender nafta.

Quien abandona la estación de servicio debe dejar el suelo en la misma situación que estaba antes de que se instalara, porque es probable que exista alguna contaminación con hidrocarburos. Una remediación puede llevar dos años o más. Son máquinas que sacan agua, inyectan aire, sacan producto y lo recirculan hasta que la medición arroja un número que se adecua a la normativa. Para rellenar el suelo hay que levantar todo el piso para ir hasta la napa y fijarse si tiene contaminación, para después cambiar toda la tierra.

Hoy las estaciones tienen muchos controles, tanques y cañerías de doble pared, inspecciones de hermeticidad y sensores detectores de gases y pérdidas. En las que son muy viejas puede haber alguna filtración, por eso en algunos casos la remediación se sigue haciendo después de que quede remodelada. «Ahora hay un celo mucho más importante para que se hagan bien las cosas por la cuestión medioambiental, pero de un tiempo para atrás ha habido casos en los que no ha sido así», comentó Giribone, de Faeni.

Por Nicolás Maggi

La capital

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