La transformación en el mapa de las estaciones de servicio
Los surtidores son cada vez menos en las grandes ciudades, pero las cifras indican un crecimiento general con fuerte reducción de las estaciones blancas.
El segmento de comercialización de combustibles líquidos registró en los últimos tres años la aceleración de algunos movimientos de mercado vinculados al equilibrio entre cierres y aperturas, y en particular a su embanderamiento producto de la llegada de nuevos jugadores o el fortalecimiento de los existentes como parte de un fenómeno de consumo ajeno al sector.
En la actualidad, el total de las estaciones de servicio relevadas en todo el país alcanza a 5.310 puntos de venta, lo que representa un crecimiento de 6,1% respecto de las 5.002 identificadas en 2021 por la Federación de Empresarios de Combustibles (Fecra), es decir un saldo positivo en el movimiento de un negocio caracterizado por el bajo margen de rentabilidad.
Para quienes viven en las grandes ciudades es notorio que en los últimos años se vienen registrando más cierres que aperturas de las bocas de expendio de combustibles. «La presión del negocio inmobiliario y de las regulaciones urbanas está generando una menor presencia de estaciones de servicio en las grandes ciudades del país, a pesar de haber un parque automotor naturalmente creciente», explicó Hernán Landgrebe, presidente de la Fecra.
El directivo que ocupa el cargo desde mediados de octubre en reemplazo del histórico Vicente Impieri con el «principal desafío de defender la rentabilidad de las estaciones de servicio”, explicó el proceso que atraviesa el negocio hacia “un nuevo modelo».
«Hoy las estaciones de servicios -señaló- necesitan espacios más amplios porque suman otras alternativas dentro del mismo, el cliente no solo va a cargar combustible sino que consume una oferta amplia a través de las tiendas de conveniencia o un restaurante o un local de comidas rápidas, todos desarrollos que encuentran un ámbito ideal en las nuevas urbanizaciones».
Es que las estaciones se convirtieron en un punto de encuentro hasta para quienes no poseen un vehículo y esa tendencia de los últimos años fue registrada por las principales marcas que hicieron de sus tiendas de conveniencia un motivo de atracción en sí mismas, ya sea por el nivel de servicio, por la oferta diversificada o por alianzas con terceras marcas reconocidas.
Esa necesidad de mayor espacio limita la evolución de las locaciones encapsuladas en ámbitos urbanos densamente poblados ya que no pueden extenderse a otros negocios vinculados que en algunos casos ya representan hasta el 30% de la facturación mensual de una estación de servicio, cuyo core tiene una política de precios fuertemente regulada.
«Incorprorar un terreno en CABA es mucho más caro y no hay generalmente disponibilidad, y por eso muchas estaciones cierran porque el negocio inmobiliario las absorbe. Además en la ciudad de Buenos Aires es muy complicado lograr una habilitación lo que impide nuevas instalaciones al punto que la venta de estaciones se tiene que hacer con la compra de la razón social habilitada», explicó Landgrebe.
A la par de este movimiento de variables que se registra en otras ciudades como Córdoba, Rosario, Santa Fe o Mendoza, las petroleras también desarrollan sus estrategias para ganar presencia de marca y si bien sumar algún punto de mercado es sumamente complejo y de largo plazo, si se puede ganar en rentabilidad y marketing.
Las bandera blanca y los nuevos jugadores
En este escenario de fuerte presencia de las redes de las distintas marcas, el impacto se percibe en las denominadas estaciones blancas, es decir aquellos puntos de venta independientes que no están integrados a la red de operadores petroleros y que por lo general son gestionados por pequeños empresarios que comercializan el combustible bajo su propia denominación.
Los planes de expansión de las marcas de los últimos años, asociados al respaldo de abastecimiento y financiero de las grandes compañías, empezaron a motivar un trasvasamiento notorio, a pesar de las duras condiciones que imponen las petroleras a sus socios. El referente de Fecra apuntó que «tener una estación de servicio y depender solo de la venta de combustible no está siendo rentable, hay que sumar distintas unidades de negocios» que demandan una inversión que el independiente seguramente no pueda afrontar.
De acuerdo a las mismas cifras de Fecra, este año las estaciones de bandera blanca alcanzaron los 1.002 puntos de venta, es decir una contundente caída de 34,4% respecto a las 1.526 existentes en 2021. Esta retracción se expresa también en la participación sobre el total del mercado, ya que esas 524 estaciones menos hoy significan el 18,8% del total mientras que hace tres años superaba el 30% de los puntos de comercialización.
Las estaciones blancas en los últimos años se vinieron reconvirtiendo en distintas banderas, producto de la llegada y crecimiento de nuevos jugadores como Voy, Puma, Dapsa y Gulf, o el modelo de expansión de las más grandes como Axion y Shell que tomaron muchas de ellas, lo que en conjunto hicieron que las bandera blanca dejen de ser la segunda red del negocio, como lo eran históricamente, al menos en volúmenes comercializados.
El ranking de los Big Four
De esta manera, la reconfiguración del mercado sigue siendo estable con el liderazgo histórico de YPF que cerrará este 2024 con 1.609 estaciones de servicio, seguida por Shell con 871 y Axion con 546, y Puma con 338, los cuatro grandes jugadores que en volúmenes representan aproximadamente el 95% del segmento minorista de combustibles líquidos.
Esa fotografía del año se completa con las 154 estaciones de Dapsa -que acaba de dar a conocer un acuerdo con YPF de abastecimiento de naftas y gasoil por US$ 1.130 millones por los próximos cinco años-, Gulf con 89, Refinor con 74 y Voy con 29.
Precisamente, las cuatro líderes del mercado son las que poseen refinerías de magnitud propias, tal el caso de YPF con las plantas de La Plata y Luján de Cuyo, Shell en Dock Sud, Axion en Campana y Pumar con Bahía Blanca, lo que las convierte líderes también en destilación de crudo.
Por Ignacio Ortizio