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Hasta dónde llegarán los precios de los combustibles

Después de un 2022 de crecimiento, el mercado de combustibles sufre caída de demanda y precios que oscilan entre atraso y congelamiento.

Con la pandemia, el consumo de combustibles cayó abruptamente. Pero, tras la salida del Covid-19, algunos sectores económicos despegaron y hoy están en niveles, incluso, superiores. En la Argentina, uno de esos negocios es el de los combustibles, que tuvo un 2022 con indicadores al alza. Subieron las ventas, la producción y la capacidad de refinación y creció la cantidad de estaciones de servicio. La demanda de gasoil, por ejemplo fue récord, a punto tal que llevó a una crisis de abastecimiento. Pero el mercado, tanto en el canal mayorista como el minorista, tiene nuevos desafíos.

Los combustibles no escapan a los problemas macroeconómicos de la Argentina. Entre otras cosas, están afectados por la inflación, devaluación y la falta de dólares. Ese impacto empieza a notarse en las bocas de expendio. El precio en la Argentina está atravesado por la política y el humor social. El Gobierno viene pisando los valores en los surtidores por detrás de la inflación, como una de las tantas formas (hasta ahora, ineficientes) de contener la escalada de precios. Pero el valor en surtidor es uno de los tantos desafíos del sector.

Precios

Los combustibles están directamente afectados por la inflación y por la devaluación porque afecta el precio de los insumos y encarece los costos en dólares. La importación que se hace todos los años para cubrir la demanda es a pérdida.  Sin controlar la inflación, es muy difícil que la economía pueda tranquilizarse. Por otra parte, dólar oficial sube a cuentagotas.

Emiliano Anselmi, economista en Jefe de PPI, opina: «Con este panorama, la inflación tiene mucho más para subir que para bajar. Algunos analistas privados ven una inflación anual de 120 por ciento«, pronostica.

Respecto al impacto actual del precio de los combustibles sobre la inflación, el economista de PPI resalta: «Las naftas y el gasoil se actualizan porque sube la inflación. No al revés. En los hechos, los combustibles están regulados y la inflación es la pérdida de la moneda con el precio de los bienes libres. Cuando se sincera esa situación, se termina reflejando el atraso acumulado de antes«. «Los combustibles todavía están atrasados desde el congelamiento de 2020. Un aumento del 10 por ciento de los combustibles tiene un impacto directo en el IPC de 0,42 por ciento. Pero hay que sumar el impacto indirecto», sostiene.

La brasileña Raízen es la licenciataria de Shell en el mercado local.

«Probablemente, el Gobierno va a ir llevando el tema pero no se anime a una suba que equipare inflaciones muy altas. Al mismo tiempo, tiene que recuperar el atraso de los años previos. Creemos que el Gobierno seguirá con las subas de combustibles que viene haciendo todos los meses pero sin una recuperación total. Lo que se puede esperar es que los combustibles suban un poco debajo de la inflación», alerta Anselmi.

Desde la misma consultora, el analista Diego Méndez aporta qué podría suceder si el Gobierno opta por el congelamiento para intentar frenar la inflación y por el año electoral: «El impacto, a priori, podría parecer menor, aunque hay que considerar también que los combustibles forman parte de los costos de la gran mayoría de los bienes y servicios ofrecidos en el mundo».


Repaso 2022

Las ventas de combustibles sintieron fuertemente el impacto de la pandemia en 2020 y 2021. Pero el consumo de naftas y gasoil se recuperó fuertemente en 2022.

Andrés Cavallari, director de Retail de Raízen Argentina, la compañía de capitales brasileros que comercializa la marca Shell, señala: «Tanto para naftas como para gasoil, el año pasado se registraron niveles históricos de consumo. Incluso, muy superiores a niveles de mercado prepandemia. El mercado de naftas creció un 13,6 por ciento en comparación a 2021 y el de diesel, un 8,6 por ciento. Estos crecimientos son incluso mayores en el canal de estaciones de servicio, donde el incremento en el consumo de naftas fue de 15,4 por ciento y de diesel, de 13,1 por ciento en comparación a 2022″.

Cavallari explica que esto se debe a que el consumidor buscó recuperar la posibilidad de vacacionar y volvió a salir a las rutas. También, muchos usuarios volvieron al uso del vehículo particular para trasladarse, en lugar de hacerlo en transportes compartidos. Por último, la gran campaña agrícola de 2022 generó un pico de consumo de gasoil y produjo un efecto de derrame positivo en el resto de la economía, impulsando el consumo. Otro factor relevante que explica el aumento del consumo, según el ejecutivo de Raízen, fue la fuerte demanda por la diferencia de precio con los países fronterizos, como Brasil y Paraguay.

Por su parte, Sandra Yachelini, vicepresidente Comercial de Axion Energy, firma que es propiedad de Pan American Energy (PAE), indicó que, el año pasado, fue el de mayor venta de combustibles en las estaciones de servicio del país desde 2010 en adelante: «El crecimiento y reconversión de la demanda del público hacia el diesel premium es una de las tendencias más notorias de la última década. Durante el año pasado, en las estaciones de servicio, se vendieron algo más de 3008 millones de litros de gasoil de ultra bajo contenido de azufre, casi 20 por ciento más que en 2019, el último año previo a la pandemia».

En cuanto a refinación, Yachelini observa: «El procesamiento de crudo en las refinerías de todo el país ya superó los niveles previos a la pandemia. En los últimos dos meses del año pasado y enero de este año, que es el último mes del que tenemos cifras oficiales de la Secretaría de Energía, se procesó 5 por ciento más de crudo que en los mismos meses de 2019 y 2020, justo antes de la pandemia». Y añade que este crecimiento se tradujo, también, en la venta de combustibles en toda la red de estaciones de servicio que existe en la Argentina. En enero de este año, por ejemplo, se vendió 9 por ciento más que en enero de 2020, antes del aislamiento obligatorio por el Covid-19.

Axion, la marca de combustibles de Pan American Energy Group.

Desde otra refinadora privada, que tiene estaciones de servicio en todo el país, señalan que 2022 estuvo marcado por la guerra entre Rusia y Ucrania, con precios internacionales que sufrieron ajustes muy importantes. «El suministro de la importación sufrió los cambios propios de un evento disruptivo», dicen desde esta compañía. Y agregan que, en lo que respecta a su mercado, vieron que los precios de los países vecinos siguieron los precios internacionales: «En nuestro caso, los precios de surtidor fueron menores y relacionados a un precio de petróleo doméstico (barril criollo), incentivando la demanda de países limítrofes, al mismo tiempo que la cosecha récord y la actividad económica alta incentivó el consumo. El desfasaje de precios transformó a 2022 en un año muy desafiante para la industria, mas aún, con el objetivo de cumplir con los acuerdos comerciales».


Panorama 2023

Para este año, Cavallari indica que, luego de un 2022 récord, se espera un 2023 un poco más moderado. «De hecho, ya en los últimos meses del año pasado, vimos una desaceleración paulatina de demanda, sobre todo, en gasoil. El impacto de la crisis climática que está afectando a la agricultura tendrá consecuencias importantes en los niveles de consumo de combustibles«, anticipa. «Para lo que resta del año, vemos una desaceleración, no vemos una demanda tan fuerte como en 2022. Se sentirá el gran impacto a la baja en el consumo de gasoil por la campaña agrícola, que está profundamente afectada, y, en menor medida, caída en naftas», agrega.

Mientras, en uno de los principales players del mercado local analizan: «El año 2023 presenta un escenario distinto, con precios internacionales ajustándose. Pero, principalmente, con una fuerte sequía, que afecta directamente el consumo. Estimar hoy cómo terminaremos es prematuro».


Refinación y logística

Cavallari subraya que el pico histórico de consumo de combustibles de 2022 puso una «enorme presión» al sistema productivo, de logística y de comercialización. «En la logística, se operó al límite, tanto para transportar y distribuir materias primas y combustibles terminados dentro del país y, también, como para gestionar las operaciones para importar naftas y gasoil necesarios para satisfacer una demanda que superó ampliamente la capacidad de producción local. Dos mil veintidós fue un año en el que hubo que importar cantidades récord de combustibles, en un contexto internacional muy complejo y difícil, dado el impacto del conflicto Rusia-Ucrania sobre el comercio internacional de commodities energéticos. De todas formas, el balance fue positivo, a pesar de todos los desafíos que hubo: se pudo abastecer el mercado a niveles que hace décadas no se daban».

La estatal YPF es el mayor jugador del mercado local de naftas y gasoil.

Yachelini, de Axion, explica que «para acompañar los cambios en el sector, desarrollamos nuestra nueva plataforma diesel con menos de 10 ppm de azufre. Somos la única empresa que hoy ofrece todos sus diesel con ultra bajo contenido de azufre gracias a la inversión que realizamos, de más de US$ 1500 millones, en nuestra refinería de Campana. Transformamos la planta para convertirla en la más moderna de América del Sur. Logramos incrementar en un 60 por ciento la capacidad de producción de gasoil y un 50 por ciento de naftas, además de mejorar su calidad para llevarlos a los mayores estándares del mundo y anticiparnos a las exigencias regulatorias argentinas».

Desde otra petrolera, indican que «el sector -principalmente de combustibles livianos y de retail- muestra una tendencia negativa, básicamente, porque los ajustes del precio de surtidor van por debajo de la devaluación mes a mes. Al no estar integrados en la cadena productiva, la materia prima la adquirimos en dólares y, luego, vendemos los combustibles en pesos». Y añadieron que, «en el contexto actual de crecimiento de la demanda de gasolina, sumado a la necesidad de abastecer segmentos de mercado con productos importados a precios internacionales, superiores a los domésticos, genera un desarbitraje que causa quebrantos. Estas importaciones son necesarias porque las refinerías no alcanzan a cubrir la demanda de mercado. Estamos trabajando en contexto de márgenes reduciéndose a niveles insostenibles. Vemos con bastante preocupación el escenario».

El Gobierno tiene que afrontar otra decisión que impactará en el sector de combustibles. Seguirá congelando el Impuesto a los Combustibles Líquidos (ICL) y al Dióxido de Carbono (IDC) o preferirá actualizar algunos trimestres. Los impuestos vencen este mes. En total, el Poder Ejecutivo puso en el freezer seis trimestres. Pero el costo fiscal de esta medida para no aumentar más el precio en los surtidores es que el Estado dejó de percibir US$ 2500 millones, según la consultora Economía y Energía. Otro factor que complejiza al sector son los biocombustibles (bioetanol y biodiesel), un insumo que, por Ley, se mezcla con las naftas y el gasoil.

Por Roberto Bellato

El Cronista

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