Cerraron 45 estaciones «blancas» durante el último año
En el sector, impacta la baja rentabilidad por los precios de los combustibles, los costos, la inflación, los cupos en las ventas y la sequía.
Aunque los aumentos en el precio de las naftas son persistentes y a simple vista el crecimiento del parque automotor también, para algunas estaciones de servicio, esos estímulos no son suficientes. Es el caso de las estaciones “blancas”, es decir aquellas que no tienen el nombre de una petrolera, en las que la ecuación deficitaria de la rentabilidad es su talón de Aquiles. Por esta razón, entre otras, en el último año cerraron 45 estaciones de este segmento del mercado, según datos de la Secretaría de Energía.
Según la resolución 1102 de esa cartera, en 15 provincias del pais cayó el número de bocas de expendio de estas características. La mayor pérdida se registró en la provincia de Buenos Aires, donde se dieron de baja 19 bocas: en marzo del 2022, había un total de 262 puntos operativos en la provincia, de los cuales 183 vendían solo combustibles líquidos y 79 eran duales (con GNC). Ese total de estaciones se redujo a 243, señalan datos oficiales.
Otras jurisdicciones afectadas por el cierre de los surtidores fueron Entre Ríos, Formosa y Neuquén (donde se cerraron cinco estaciones en cada provincia). En La Pampa se cerraron tres, en Misiones dos y en San Luis, tres. En tanto, hubo tres distritos donde se abrieron nuevas bocas: en Catamarca se sumaron cuatro, en Santa Fe, dos y en Santiago del Estero, otras cinco.
Según explica Guillermo Lego, gerente de la Confederación de Entidades del Comercio de Hidrocarburos y Afines de la República Argentina (CECHA), “en términos generales los ingresos de las estaciones de servicio con precios prácticamente “sujetados” y costos ajustados por la inflación, entre ellos el salarial, actualizados a través de paritarias, hacen muy complicado el mantenimiento operativo y económico de las estaciones de servicio”. “En particular, aquellas ‘blancas’ que dependen de un proveedor mayorista”, señala.
Para el directivo, la estación tiene dos condicionantes. La primera, es el precio de compra de los combustibles generalmente por encima de los precios con que puede adquirir las estaciones de servicio de bandera.
La segunda, es que los volúmenes con que pueden abastecerse sufren constantemente limitaciones, ya que las empresas petroleras destinan su producción a abastecer a las bocas de expendio de la marca y luego a los distribuidores mayoristas que alimentan a las blancas.
Por último, hay que contabilizar la incidencia del movimiento agroindustrial. «Generalmente las estaciones blancas proveen a la maquinaria del campo pero hoy debido a los trastornos de la sequía, sus ventas se ven seriamente restringidas”, según comenta el directivo de la cámara de expendedores.
«En síntesis, las que reciben producto compran caro y deben vender a precios competitivos, con lo cual los márgenes son muy exiguos y las que no reciben sea por cuota o por sequía, están en un problema mayor», resume Lego.
«Durante mucho tiempo -aun en época de pandemia- trataron de subsistir, pero -desde el año pasado a la fecha- hubieron 45 estaciones de servicio que no pudieron continuar y con esta situación irremediablemente debieron cerrar. En la medida en que los costos se fueron incrementando mes a mes y los ingresos se redujeron o a lo sumo permanecieron estáticos, generaron él ‘no va más’ para muchos de ellos!.
Desde CECHA señalan finalmente que los cierres declarados en la secretaría de Energía son 45, «pero puede haber más que aún no están siendo informados», señalaron en la entidad.
Por Natalia Muscatelli
Clarín