Biocombustibles

Biocombustibles frente al desafío de profundizar su presencia

Es fundamental que muy pronto el Congreso de la Nación Argentina sancione una nueva ley de biocombustibles
Cambio climático y daño a la salud pública. Regulaciones

Existe un mayoritario consenso dentro la comunidad científica mundial respecto a que la quema de los combustibles de origen mineral son uno de los principales responsables de la emisión de gases de efecto invernadero. Además, entre otros problemas asociados a ellos, la OMS estableció en 2012 que las emisiones derivadas del uso de gasoil mineral causan cáncer de pulmón y vejiga, estando en revisión el status para la nafta –producto que también es considerado cancerígeno-.

Debido a esas y otras externalidades negativas, se van sumando regulaciones que prohíben el uso de gasoil y naftas, como las establecidas en Reino Unido y California, a partir de 2030 y 2035 respectivamente.

A través de cuatro leyes nacionales, nuestro país asumió fuertes compromisos vinculados a la mitigación de los efectos del cambio climático. Resulta inviable pretender que Argentina desconozca los referidos compromisos, justificando tal actitud por el hecho de no contribuir a las emisiones de gases efecto invernadero en más de un 0,75 % del total mundial, o por el supuesto mayor costo relativo de las energías renovables, al amparo de nuestra deteriorada situación económica – financiera.

Paralelamente, de manera progresiva, importantes fabricantes de automotores anuncian que dejarán de producir los vehículos convencionales, con motores a combustión interna, que se abastecen de los citados derivados de petróleo.

Combustibles de transporte y transición energética

Los biocombustibles representan la mejor opción para el transporte, ya que además de resolver buena parte de los problemas ambientales y de la salud pública que genera la combustión con fuentes de energía mineral, no requieren el cambio de los vehículos que hoy circulan, ni de las infraestructuras de almacenamiento, transporte y distribución existentes; ni tampoco requieren la construcción de redes de distribución eléctrica alguna para abastecer de energía a los vehículos eléctricos.

Destaco también que siendo Argentina un país estructuralmente productor y exportador de commodities agrícolas, tiene una ventaja muy importante en términos relativos para el desarrollo de los biocombustibles, la que debe aprovecharse, como lo hacen los países que presentan similar situación relativa.

Ley 26.093 para la producción, comercialización y uso sustentable de biocombustibles, y normas complementarias

Desde su sanción en 2006 y promulgación en 2007, esta ley, además de incentivar la diversificación de la matriz energética y hacerla más limpia, promueve:

1— La industrialización de la ruralidad, especialmente en zonas de economías regionales, con el consiguiente impacto positivo en las inversiones y en el empleo.

2— La sustitución de importaciones de combustibles minerales, en atención a las restricciones en la disponibilidad de divisas, típicas de nuestro sector externo, como así también, a las limitaciones que presenta el parque local refinador de petróleo.

3— La desconcentración del mercado de combustibles líquidos en Argentina, que es de tipo oligopólico, con un jugador -YPF- de posición cuasi dominante.

Considero que es fundamental que muy pronto, con independencia de la prórroga de la ley que nos trata, el Congreso de la Nación sancione una nueva ley de biocombustibles, que tenga en cuenta la mayor parte posible de las disposiciones contenidas en el proyecto presentado en noviembre pasado, en la Cámara de Diputados por el Dip. Nac. Carlos Gutierrez y otros, que hizo propio el anteproyecto de ley que un importante grupo de provincias con gran potencial bioenergético y el sector privado vinculado a la producción de biocombustibles, habían desarrollado a fines de 2019, en el seno de la Liga Bioenergética.

La importancia de contar con una nueva ley nacional de biocombustibles

Para sostener la actividad a largo plazo, es imperativo un nuevo marco regulatorio que regule la misma dentro del país. El mismo, además de establecer un largo horizonte de planeamiento y mayor seguridad jurídica, debe adecuar la legislación a los avances científicos y técnicos que ocurrieron en la última década, y delimitar mejor la facultad de control del Estado para asegurar la calidad de los biocombustibles, la máxima seguridad en su producción y el cumplimiento de rigurosos protocolos ambientales, entre otros temas sensibles.

Un nuevo marco regulatorio favorecerá de manera creciente un aumento de la productividad entre los distintos productores de biocombustibles que abastecen al mercado interno, promoviendo la participación universal de todos los que cuenten con plantas habilitadas, estableciendo al mismo tiempo reglas para minimizar las asimetrías existentes entre ellos y así evitar que la oferta de biocombustibles se concentre en pocos agentes económicos.

Vaca Muerta y Vaca Viva

Argentina no debe apostar todo su futuro energético enfocando sus esfuerzos en las fuentes minerales y, menos aún, depender exclusivamente de Vaca Muerta, cuya competitividad real no está confirmada. Es por ello que lo aconsejable para el país es una convivencia pacífica entre ambos desarrollos.

Precios de los biocombustibles y la supuesta maduración de su industria. La cuestión tributaria. La huella de carbono. La tasa de retorno energético

En atención a que los biocombustibles son limpios, en nuestro país –como ocurre mayoritariamente en otros países- están fuera del alcance de los Impuestos a los Combustibles Líquidos y el CO2.

Distintos trabajos –entre ellos, los realizados por el INTA en Argentina, liderados por el Ing. Jorge Hilbert– demuestran que el uso de biocombustibles reduce la huella de carbono en no menos de un 70 por ciento con relación a los combustibles minerales que complementan o sustituyen.

Debemos recordar que en nuestro país existen enormes extensiones de praderas naturales de clima templado, donde se lleva adelante una producción agrícola con prácticas sustentables -que incluye el uso de siembra directa, de paquetes fitosanitarios y fertilizantes de última generación; esas zonas se encuentran a distancia corta o media de los puertos, hecho que reduce los costos logísticos-.

Si bien es cierto que la tasa de retorno energético es mucho más alta en los derivados de petróleo, los efectos colaterales negativos que produce su uso son tan significativos que esa virtud queda soslayada.

Buena parte de los refinadores de petróleo omiten exteriorizar los problemas que generan los productos que ellos ofertan y buscan que el Estado grave a los biocombustibles, como si correspondiera a estos soportar esa tributación.

Por otra parte, apuntan al costo de oportunidad que pierde el Fisco Nacional por no recaudar derechos de exportación, dado que se destinan commodities agrícolas exportables a su industrialización como biocombustibles para el mercado interno. Esta pretensión es equivalente a promover que todos los combustibles que consumimos los argentinos se importen y, al mismo tiempo, se exporte el petróleo crudo que se procesa para su obtención, con el fin que el Estado Nacional recaude derechos de exportación. Sin dudas, se trata de un planteo irracional, que atenta contra la industrialización del país.

Los biocombustibles no están subsidiados en Argentina. La captura de renta por parte del oligopolio -casi monopolio- del mercado de combustibles líquidos en el país

Los biocombustibles gozan de una desgravación frente a los impuestos específicos que alcanzan a los combustibles minerales por los daños al ambiente y a la salud pública que generan los mismos. Este beneficio que impacta positivamente en el consumidor para restituir la competitividad relativa frente a los combustibles minerales que complementan o sustituyen; los precios de estos últimos no incluyen todos los costos sociales asociados a su uso y, por lo tanto, son artificialmente bajos.

Si bien la Ley 26.093 ha establecido algunos beneficios para los proyectos de producción de biocombustibles en el país, como la devolución anticipada de IVA en la compra de bienes de uso, o la amortización acelerada de los cargos por bienes de uso frente al Impuesto a las Ganancias y la exención en el Impuesto a la Ganancia Mínima Presunta, los mismos se convirtieron en abstractos por problemas técnicos y no fueron aprovechados casi por la totalidad de los sujetos alcanzados por dichos beneficios.

Debate Energía versus Alimentos

Durante el desarrollo de los biocombustibles a mediados de la década del 2000, se generó en el mundo un falso debate entre producción de alimentos y producción de biocombustibles. El mismo quedó zanjado a la fecha.

Decenas de estudios internacionales demostraron que el impacto sobre el precio de las materias primas en los mercados internacionales es bajo. Y si tuviese un impacto alcista, no sería malo: las poblaciones agrícolas en el mundo representan más de 800 millones de habitantes y son, en promedio, los que menos tienen. Un eventual aumento del precio de las materias primas agrícolas generaría un aumento de su ingreso total, con el consiguiente beneficio social.

Consideraciones finales

Desde 2007 a la fecha, en nuestro país se realizaron inversiones en plantas industriales de biodiesel y bioetanol por alrededor de US$ 3.000 millones, se han construido y se están construyendo una gran cantidad de plantas destinadas a la producción de biogás, que en muchos casos sirven para procesar dañinos efluentes, con el consiguiente impacto positivo en el ambiente, destinando aquel producto a la generación eléctrica o a la producción de biometano.

Desde enero de 2008 hasta setiembre de 2020, se introdujeron en el mercado interno argentino 11,2 millones de m3 de biodiesel y 7,1 millones de m3 de bioetanol, por una cifra aproximada a los US$ 9.150 millones.

De no haber ocurrido esto, dicha cifra hubiese aplicado a importaciones, mientras se incrementaba la huella de carbono en Argentina por alrededor de 49 millones de tns. de CO2 equivalente.

En el mismo período, las exportaciones de biodiesel fueron de 16,2 millones de toneladas, por un monto aproximado a US$ 13.000 millones.

Para finalizar, en función a todo lo expuesto, considero que abandonar o debilitar la política de biocombustibles en Argentina representará un error histórico cuyo costo será enorme y lo deberán enfrentar las generaciones futuras.

Por Claudio Molina
Infobae

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